Un artículo de Jorge Rachid
Los mismos habitantes a quienes llamaban kelpers por ser discriminados
del Reino para quienes eran, hasta la guerra del 82, habitantes de los
territorios de ultramar, llamadas por Naciones Unidas “colonias”
inglesas como Gibraltar, Isla Ascensión, Santa Elena entre otras que
suman 13 en total, además de la British Commonwealth of Nations,
comunidad de naciones que significa “riqueza común” y que suman 53 en
total países, que en función de intereses supuestamente comunes mientras
tributan al Imperio.
O sea el Imperio está vivo y tan despierto que
después de la guerra nombró a los habitantes de las Islas Malvinas,
ciudadanos ingleses de pleno derecho, cosa que no había realizado en
casi 160 años. Recién a partir de entonces comenzaron a ser ciudadanos
de primera categoría, hecho negado a ellos por toda la historia
colonial.Pleno derecho es lo que parecen reconocerles, algunos argentinos cuya
formalidad forjada en supuestas cuestiones humanitarias bordea el
cipayismo ( término derivado de los soldados coloniales indios al
servicio de los ingleses), haciendo base en una falacia, ya que nunca la
Argentina pretendió desconocer el derecho humano a la vida, ni al lugar
de residencia como demostraron las tropas argentinas durante la
recuperación del archipiélago, que les fueron preservados incluso en
detrimento de las condiciones de vida de nuestros propios muchachos,
heroicos patriotas combatientes. No fue tomada su propiedad privada, ni
sus alimentos ni medicinas ni su dinero, no se restringió su libertad de
movimientos ni se invadió su privacidad. Quizás esta actitud constituyó
un error desde el punto de vista militar.
Estamos discutiendo soberanía nacional, no si siguen siendo o no
ingleses, cuestión absolutamente menor, menos aún si se tienen que ir o
no que nunca estuvo planteado, si pueden o no seguir desarrollando sus
actividades laborales y empresariales, nada de eso fue planteado jamás,
por lo cual la declaración de este conjunto de intelectuales
eurocéntricos anglófilos discute sobre las “calendas griegas”,
construcciones, abstracciones y relatos de cosas que jamás estuvieron
planteadas, jamás por ningún gobierno argentino.
Ahora, reconocer el derecho a la autodeterminación de una población
implantada por la fuerza de las armas inglesas, con costo de vidas
argentinas que vivían y gobernaban las Islas Malvinas, es no sólo
desconocer la historia sino mucho mas grave aún, es avalar la
prepotencia de la fuerza para imponer nuevos escenarios. Es como si
nuestros antepasados patriotas de la independencia hubiesen reconocido
los derechos españoles por haber estado casi tres siglos ocupando estas
tierras en función de derechos adquiridos, por el hecho de haber
sometido a los pueblos originarios, que maltrataron, esclavizaron y
mataron en nombre de la “civilización y la fe”, desplazando de sus
tierras a millones de compatriotas indígenas.
Que derecho a la autodeterminación puede tener una población que ha
hecho del conflicto de una de las zonas del mundo de su mayor ingreso
por cápita, producto del saqueo de recursos de todo el pueblo argentino,
desde petroleros hasta pesqueros, ganaderos y otros que significan
además pérdida de trabajo argentino, en manos inglesas, que como plantea
el premier inglés son base de recursos estratégicos con miras al
Tratado Antártico que se reúne este año. Además la supuesta política de
seducción implementada en la década infame de los 90, que los
intelectuales de mentas parecen añorar, derivada de políticas
neoliberales, de relaciones carnales y sometimientos financieros, no
sólo fueron un fracaso en cuanto a respuesta política, tanto de los
kelpers como de los ingleses. Entregamos todo lo pedido a cambio de
nada, ni siquiera ofrecieron una mesa de negociaciones en el marco de la
UN.
Los mismos que piden institucionalidad y “ser un país serio” son capaces
de servir a los pies del Imperio Inglés y negarse a acoplarse a las
políticas de estado de su país, en el marco estratégico.
Suben a cualquier barco que debilite la política nacional, a la cual
están enfrentados, son capaces de alegrarse de los triunfos de los
“fondos buitres” en los juzgados de EEUU y criticar al ejecutivo y la
justicia argentina cuando logra fallos a favor en el CIADI ante demandas
de las multinacionales voraces.
Añoran el país de la estabilidad de los cementerios o el de la
prepotencia de los poderosos donde no vuela una mosca negra, donde la
apropiación de la riqueza está garantizada por la complicidad del
gobierno, siendo mas proclives a discutir de sobre su majestad la corona
inglesa y su historia, que de rescatar la nuestra de gauchos y criollos
heroicos y luchadores de la libertad que fue enterrada en nombre de la
Baring y los intereses ingleses por el mitrismo.
Lamentable y a la vez auspicioso el devenir intelectual de los tiempos
actuales, en donde la polémica se instala como hecho cotidiano de la
política que ha sido recuperada, del cajón prisionero de pensamientos
mesiánicos y únicos, donde la discrepancia llevaba a la muerte, a la
prisión o la exilio. Es muy auspicioso que discutamos el rol de ,los
intelectuales en la formación de la conciencia nacional, su aporte a la
construcción de identidad, la visión del país en lo estratégico, todo
eso es muy bueno ya que apuntala el debate y enriquece los fundamentos.
Ahora de ahí a darle herramientas al enemigo colonial es “traición a la
Patria” y expresar esto no es xenófobo, es releer la Constitución
Nacional, la que gusten la del 1853, la del 49 o la del 94, siempre está
en el texto y todos sabemos que significa este término doloroso.
JORGE RACHID
CABA, 25/2/12
Jorgerachid2003@yahoo.com.ar