VOLVER A PERÓN - Por Carlos Capasso . Las elecciones del domingo dejaron muchos sinsabores y mucha tela para cortar. Con estas líneas pretendo, en primer lugar, sumar aportes para pensar cómo evitar que la extrema derecha gobierne aplicando un brutal ajuste, implementado e incluso profundizando políticas económicas que padecimos durante los 90 y que nos llevaron al colapso del 2001. Y, en segundo lugar, efectuar aportes para transformar la desilusión en militancia. El 18 de mayo, la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, aseguró que las PASO serían «una elección de tercios» en donde «lo importante, más que el techo, es el piso”, y pensando siempre en que “lo importante es entrar al ballotage». Así sucedió ¿Y ahora?
El mensaje de las urnas
Las elecciones del 13 de
agosto dejaron varios mensajes claros. El candidato presidencial de
extrema derecha, Javier Milei, sorprendió a todos y se erigió como el
gran ganador, triunfando en provincias donde, habitualmente, el
Peronismo suele ser muy fuerte. Incluso obtuvo victorias en provincias
donde, recientemente, gobernadores de Unión por la Patria habían sido
reelectos. Milei no alcanzó su techo: el 30,04% podría crecer, en parte,
por su antagonismo con el Kirchnerismo, pero también por el efecto de
“la ola de la victoria”, que podría sumarle votos en octubre.
El Peronismo, con Sergio Massa y Juan Grabois, hizo la peor elección de
su historia, quedando sumamente lejos de aquellos números históricos de
Cristina en 2011 o, incluso, los de Alberto Fernández en 2019. Esto es
un importantísimo llamado de atención para la dirigencia de Unión por la
Patria, la cual deberá atender, urgentemente, los resultados de las
urnas; pero este punto lo abordaré luego.
El gran
perdedor de estas elecciones PASO, sin dudas, es Juntos por el Cambio.
No obstante, Macri logró imponer su candidata, Patricia Bullrich, sobre
Horacio Rodríguez Larreta, que junto a un sector del radicalismo sufrió
un durísimo golpe perdiendo la interna nacional, provincial y la de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero es una derrota de Juntos por el
Cambio porque dejó de ser el principal opositor al Gobierno, que seguirá
siendo oficialismo hasta el 10 de diciembre. Ese lugar ahora lo ocupa
Milei. Esto no significa expedir un certificado de defunción a dicho
espacio, pero Bullrich está obligada, antes que nada, a convencer a los
votantes de Larreta luego de una feroz interna que dejó heridas que
tardarán en cicatrizar y recelos que tardarán en apaciguarse. Así,
parece difícil que el perdedor acompañe y apoye, fácilmente, a la
ganadora de la interna.
Lo más grave y llamativo,
además de la victoria libertaria, es el altísimo nivel de ausentismo.
El pasado 13 de agosto votó solamente el 69,6% del padrón electoral,
siendo la elección presidencial, desde el retorno de la democracia, con
menor participación: en las PASO 2019 participó el 76,4%; en las del
2015, el 72,3% y, en las del 2011, participó el 81,4%. A 40 años del
retorno democrático, la participación ciudadana mermó y esto se debe, en
gran parte, a las deudas que la democracia acumula con la sociedad. Es
importante replantearse esta situación, dado que la merma desfavorece a
Unión por la Patria, como bien señaló su candidato a Presidente Sergio
Massa.
Los desafíos del Peronismo
Señalamos que el Peronismo hizo su peor elección en la historia. Sin
embargo, sigue siendo competitivo y no está derrotado. Una buena
elección en octubre le garantiza un lugar en el balotaje y la opción de
dirimir el futuro nacional en un escenario muy similar al de las
elecciones brasileras del año pasado, donde Lula venció por una mínima
diferencia a Bolsonaro.
Para que esto suceda el
Peronismo deberá replantearse varias cosas y, sobre todo, encarar dos
desafíos con carácter de urgencia:
Volver a las bases.
Volver a proyectar futuro.
Debemos recordar cómo surgió el Peronismo para entender que es
necesario volver a interpelar a los trabajadores y trabajadoras para que
puedan mejorar sus condiciones materiales de vida, ampliando sus
derechos laborales y mejorando el salario. Pero, sobre todo, terminar
con la inflación, uno de los problemas más graves que afectan al
conjunto de los trabajadores, tanto formales como informales. Es
necesario, además, interpelar a los sectores populares que están
desencantados con estos años de Gobierno, volver a defender la soberanía
y aprovechar los importantes recursos estratégicos para desarrollar un
modelo de industrialización con inclusión y justicia social, que permita
un crecimiento económico y, en base a ese crecimiento, poder sacarse la
tutela del FMI y sus condicionamientos.
Por otro
lado, debemos caracterizar y comprender a los votantes de Milei. Es un
electorado joven descontento con la política que, en los últimos ocho
años de su vida, no solo no obtuvo cambios positivos, sino que, más
importante aún, no tiene perspectivas alentadoras para su futuro. Hoy,
un joven quiere un trabajo que le permita independizarse costeándose un
alquiler o crédito hipotecario, en el mejor de los casos. Quiere
consumir llegando a fin de mes y ahorrar. Lo que pudimos hacer muchos,
durante 2003-2015. A ese votante no lo podemos caracterizar como
antiperonista, pero si es necesario que conozca y entienda de primera
mano, los efectos y las consecuencias de cada una de las medidas que
Milei ejecutaría siendo presidente.
A su vez, es
necesario que el Peronismo vuelva a proponerles un futuro auspicioso,
con crecimiento y desarrollo profesional y humano, a partir de entender
qué interpela a estas nuevas generaciones que se han volcado masivamente
a la extrema derecha. Por otro lado, Massa deberá convocar a aquellos
que votaron a la fórmula que encabezó Alberto Fernández en 2019,
mostrando una salida a la crisis que estamos viviendo y que un futuro
mejor, es posible. Y esto se logra volviendo a dialogar con nuestras
bases y con la mayoría del Pueblo. Hoy, aunque nos parezca horrible,
Milei es el único que viene proponiendo un futuro.
Los votos que faltan
Luego de la derrota electoral, Massa sostuvo que terminó el primer
tiempo y que aún “faltan el segundo tiempo, el alargue y los penales”
para revertir la elección. Es menester, entonces, identificar donde
están los votos que faltan para que el Peronismo llegue al balotaje.
En estas elecciones, como dije anteriormente, votó el 69,6% del padrón:
un número bajísimo en comparación con otras PASO. el Peronismo tiene
que salir a buscar y convencer a esas personas que no quisieron ir a
votar, que mostraron su descontento a través del ausentismo o con el
voto en blanco (4,8%, la cifra más alta en unas primarias), pero que no
tiene cercanía con los intereses que defienden Milei y Bullrich. Estos
votos se (re)conquistan escuchando las necesidades de la gente: los
problemas que genera la inflación y su correlativa pérdida de poder
adquisitivo; el flagelo cotidiano de la inseguridad, sobre todo en los
barrios populares, y la escasa perspectiva de futuro, tanto personal
como familiar. Y en base a esto tomar medidas, porque “la ventaja” que
tiene el Peronismo es que cuenta con herramientas y políticas
gubernamentales para cambiar, aunque sea un poco, la realidad de las
mayorías populares.
Por otro lado, los
Gobernadores insistieron mucho con la candidatura de Massa y se
comprometieron a garantizar los votos que habían sacado en sus
provincias. Esto no sucedió. Salvo en Formosa, Chaco, Santiago del
Estero, Catamarca y Buenos Aires, done ganó Unión por la Patria. Es por
eso que, de acá a octubre, los Gobernadores están obligados a poner toda
su estructura territorial para sumar votos y revertir los resultados
electorales.
En la Provincia de Buenos Aires,
Axel Kicillof hizo una gran elección y fue el candidato más votado.
Massa debería agradecerle a la tercera sección electoral que hoy tenga
chances de entrar a un balotaje. No debe quedar casa y calle bonaerense
por recorrer. No debe quedar municipio en el cual no se hable con los
vecinos y vecinas para que la fórmula presidencial pueda sumar más votos
y para que Axel gane y sea reelecto Gobernador.
Todo esto se puede lograr si desde la campaña se define un discurso y se
segmenta, ya que el electorado a interpelar es muy diverso. Se
necesitan argumentos discursivos legibles para las grandes mayorías si
pretendemos convencerlas. No será el miedo el que sume votos, ya que
Bullrich y Milei no tuvieron, ni tendrán, pelos en la lengua para
describir sus propuestas y decir lo que harán en caso de llegar a la
Casa Rosada. Y es necesario desnudar sus argumentos, para que la gente
de a pie entienda qué consecuencias traerían en caso de implementarse.
Pero hay un factor que, por ser el último, no es el menos importante.
Massa es Ministro de Economía además de candidato y esto lo obliga a
tener una buena gestión para seguir siendo competitivo; y para esto,
como anunció recientemente, es necesario mejorar el poder adquisitivo de
los trabajadores y trabajadoras, ya sean formales o informales, de los
jubilados y jubiladas y de las asignaciones familiares, para que, de
esta manera, ese dinero retorne a los sectores productivos mediante del
consumo.
Para Unión por la Patria el balotaje no
es imposible. Debe ordenarse un discurso de manera urgente para salir a
proponer sueños y esperanzas; para que un sector de la sociedad que no
fue a votar, elija al oficialismo; proponer un futuro mejor que el que
proponen Milei o Bullrich, para que aquel que optó por sus propuestas,
ahora les dé la espalda y vote al Peronismo. Para nada todo está
perdido; las elecciones se pueden ganar, pero para eso habrá que librar
una ardua pelea, desde el discurso y en el territorio. Debemos tener con
qué.