Murió Carlos Blaquier, emblema de los empresarios cómplices de la dictadura. No llegó a sentarse en el banquillo de los acusados por los secuestros de las "Noches del Apagón" en Jujuy gracias a que la Corte y la Casación dilataron durante casi ochos años la investigación. Por Luciana Bertoia (Fuente: Enrique García Medina) Carlos Pedro Tadeo Blaquier murió a los 95 años. Impune como solo pueden los poderosos. Pese a que fue procesado en 2012 por crímenes de lesa humanidad, jamás llegó a ser juzgado por los secuestros ocurridos en plena dictadura en la zona de influencia del ingenio Ledesma en la provincia de Jujuy. Para evitar sentarse en el banquillo de los acusados, el dueño de una de las empresas agroindustriales más importantes de la región contó con la inestimable ayuda de los más altos tribunales del país: la Cámara Federal de Casación Penal y la Corte Suprema
, que demoraron el proceso durante casi ocho años. Su impunidad fue
repudiada por organismos de derechos humanos mientras que el
expresidente Mauricio Macri lo despidió en las redes, obviando su
prontuario en materia de delitos aberrantes, y mandó su “cariño” a la
familia Blaquier.
Blaquier pasó el último mes internado, según
informaron desde la empresa a la que él le dedicó 60 años de su vida.
Doctor en derecho y con un título en Filosofía, Blaquier fue algo más
que un empresario comprometido con el terrorismo de Estado, fue uno de
los civiles que le dieron carnadura al plan económico de la dictadura.
Su
ligazón con el ingenio Ledesma quedó sellada cuando contrajo matrimonio
con Nelly Arrieta, cuyos padres eran los dueños de las instalaciones
dedicadas a la producción de azúcar. El joven abogado –heredero de los
Álzaga– se incorporó a la empresa en 1952. Para entonces, se habían
mudado con su esposa a Jujuy. Con ella tuvo cinco hijos. Su suegro,
Herminio Arrieta, lo dejó al frente del ingenio en febrero de 1970 y él
lo convirtió en un emporio –eso, sí, manchado con sangre–.
Antes del
golpe, Blaquier prestaba un palacete ubicado en la calle Azcuénaga a un
grupo de intelectuales y grandes empresarios que pasaron a llamarse el
“Grupo Perriaux” en alusión al abogado Jaime Perriaux. Como sostienen en
el informe Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad,
Blaquier, de esa forma, colaboró con quienes diseñaron el plan económico
que después iba a ejecutar José Martínez de Hoz.
El 24 de marzo de
1976, comenzaron los secuestros en Jujuy. Una de las víctimas fue Luis
Arédez, quien, como médico del ingenio, había importunado a sus dueños
tratando de darles acceso a tratamientos de calidad a quienes
enfermaban. Lo mismo había hecho Arédez cuando fue intendente municipal
de Libertador General San Martín.
Para llevar adelante esos
secuestros, las fuerzas contaron con vehículos que había proporcionado
la misma empresa. Para entonces, Ledesma también producía listas negras
de trabajadores. En julio de 1976, la metodología se perfeccionó. Las
localidades que rodean al ingenio se vieron envueltas en un gran corte
de suministro eléctrico que posibilitó que las fuerzas salieran a
secuestrar bajo el total anonimato. En lo que se conoció como las Noches
del Apagón, fueron raptadas decenas de personas. Todas ellas fueron
llevadas a la hostería de Guerrero, que funcionaba como centro de
torturas, y luego trasladadas.
La denuncia sobre los crímenes de
Ledesma se inició en plena dictadura. Este año, la marcha del apagón
cumplirá 40 años –tantos como la democracia–. Olga Márquez, la esposa de
Arédez, fue uno de los emblemas de esa denuncia. Su hijo Ricardo
todavía está conmocionado por la noticia del deceso de Blaquier después
de tantos años de esperar verlo en el banquillo. “Ha sido una lucha
tremenda y en el feudo de Blaquier. Allá no cambió nada. Se convive con
el que entregó listas”, le dice a Página/12.
Historia de una demora
Lograr
que avanzara una investigación contra Blaquier en Jujuy fue casi una
proeza. Debió ir un juez de otra jurisdicción, Fernando Poviña, para
llamarlo a indagatoria y procesarlo. En las calles, el reclamo de los
familiares recibió el apoyo multitudinario de la Túpac Amaru de Milagro
Sala.
En 2012, Poviña lo procesó en dos causas: la de los secuestros
posteriores al golpe y la de las Noches del Apagón. En 2013, la Cámara
Federal de Salta confirmó los procesamientos. En ese momento, Blaquier
todavía ocupaba la presidencia del directorio de Ledesma. La dejó
mientras avanzaba la causa en su contra. En ese entonces, todavía
frecuentaba la sede de la Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA), la secta
VIP donde mujeres jóvenes eran reducidas a la servidumbre sexual.
Blaquier era el visitante más asiduo del edificio de Estado de Israel,
según se reconstruyó en una investigación penal.
En marzo de 2015,
cuando se avecinaban vientos de cambios políticos y Macri ya prometía
terminar con el “curro de los derechos humanos”, la Casación hizo algo
atípico: revocó los procesamientos y, de esa forma, impidió que Blaquier
siguiera su camino hacia el juicio oral. Contra esa decisión, se
pronunciaron las querellas y el fiscal Javier de Luca. La entonces
procuradora Alejandra Gils Carbó pidió que dejaran continuar el proceso.
La
Corte cajoneó casi seis años el expediente. En el Palacio, le atribuían
responsabilidad a Carlos Rosenkrantz por la demora. El supremo tenía
vínculos con Ledesma a través de su esposa y de la Universidad de San
Andrés que dirigía antes de que Macri lo nominara para el máximo
tribunal. Recién en julio de 2021, Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y
Elena Highton dejaron sin efecto el fallo de Casación y acusaron a los
camaristas de haber obstaculizado indebidamente el avance de una de las
causas emblema de la responsabilidad empresarial en crímenes de lesa
humanidad. Nada dijeron de su propia demora.
Después de eso, la
defensa de Blaquier –encabezada por el excamarista del Juicio a las
Juntas Jorge Valerga Aráoz– dijo que el empresario no estaba en
condiciones de afrontar un proceso penal. El Tribunal Oral Federal (TOF)
de Jujuy lo dejó fuera del juicio, pero Casación ordenó que se le
realizaran nuevos estudios. En eso estaban cuando Blaquier murió.
Ejemplo de una justicia injusta
“Estuvimos
40 y pico de años esperando el juicio a Blaquier, pero no ocurrió por
el pase de pelota entre Casación, la Corte y la justicia de Jujuy”, se
lamenta Arédez, que sigue reclamando que la política se esmere en
horadar la impunidad que sigue vigente en esa provincia.
“Ésta es una
nueva muestra de que los juicios de lesa deben ser una prioridad en las
agendas de todos los tribunales. Llegamos a este punto por la demora
judicial”, le dice a este diario la fiscal Ángeles Ramos, que lidera la
Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad (PCCH).
"La posibilidad
del trámite extenso del recurso estuvo dado porque Casación lo abrió por
fuera de las normas legales. Eso lo reconoció la Corte, que no dejó de
formar parte de ese trámite extenso porque se tomó seis años para
resolver", apunta Pablo Pelazzo, exfiscal del caso. "Es una forma de
haber posibilitado la impunidad biológica de Blaquier o de haber
imposibilitado que se llevara adelante el juicio".
Para la
historiadora Victoria Basualdo, el desenlace de la causa Ledesma muestra
cuán difícil es hacer justicia con los poderosos. “La muerte de
Blaquier es un duro y amargo recordatorio de los obstáculos inmensos que
enfrentamos para juzgar a los responsables empresariales de violaciones
a los derechos humanos durante el terrorismo de Estado, y de la
impunidad que se garantizó a estos sectores de poder económico”, explica
a este medio.
“Cuando Casación dictó el sobreseimiento, nosotros
dijimos que era sellar la impunidad de Blaquier porque no había forma de
que ese fallo pudiera sostenerse”, recuerda María José Castillo,
abogada de HIJOS Jujuy. “Lo que hizo Blaquier tiene una condena social.
Nadie duda que los hechos fueron ideados y puestos en marcha por la
empresa Ledesma. Nosotros vamos a trabajar para que la empresa reconozca
su responsabilidad de otra manera”.
Para que se haga el juicio
La
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que conduce Horacio
Pietragalla Corti, denunció que Blaquier murió impune como consecuencia
del accionar del Poder Judicial y reclamó que se avance en llevar a
juicio a Alberto Lemos, el administrador del ingenio Ledesma durante la
dictadura, que también está procesado por los mismos hechos.
"Tenemos
que buscar que en la historia quede escrito que el ingenio Ledesma, con
el poder que tuvo la familia Blaquier, fue responsable del apagón y
cómplice de la dictadura que secuestró a trabajadores organizados y a
referentes de Calilegua y Libertador General San Martín", le dijo
Pietragalla Corti a Página/12. "Sabemos que estamos a contrarreloj para
que no gane la impunidad biológica".
El Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS) denunció que las demoras en los juicios de lesa
constituyen un "grave problema", que se profundiza en los casos de
responsabilidad empresarial.
La Asociación Madres de Plaza de Mayo
sostuvo que es "inaceptable" que continúen en sus cargos los ministros
de la Corte o los camaristas que nunca avanzaron siquiera en hacer
sentar en el banquillo de los acusados a Blaquier. Desde H.I.J.O.S
Capital lo llamaron el "civil del horror" y recordaron que murió sin
condena judicial, pero con el repudio popular.