Con varios hechos que hacen este naufragio todavía más estruendoso. En
primer lugar, que el sobreseimiento de los imputados lo tuvo que dictar
el juez Julián Ercolini, uno de los que más protagonizó la cruzada de
persecución contra los opositores. Los dirigentes del PRO hicieron la
denuncia y en la instrucción se mencionó una cifra de defraudación que
constituía un récord mundial: 7.000 millones de dólares. Hasta en el
macrismo se decía que era un delirio. En segundo lugar, porque en este
expediente se produjeron gravísimas maniobras, como una pericia
fraudulenta firmada por el perito David Cohen y porque en esta causa
declaró falsamente el no menos falso abogado Marcelo D’Alessio, y lo
hizo en secreto y a escondidas, ante el fiscal Carlos Stornelli. En
tercer lugar, porque usaron el caso del GNL para encarcelar a Julio De
Vido y Roberto Baratta, los que ahora resultaron sobreseídos. Y,
finalmente, en cuarto lugar, porque el expediente GNL fue el que les
sirvió para poner en marcha la causa de las fotocopias de los cuadernos.
Stornelli y el juez Claudio Bonadío pactaron reservadamente con el
periodista del diario La Nación quedarse con esa investigación con el
argumento de que eran causas conexas. Eso derivó en decenas y decenas de
encarcelados, en lugar de hacer una investigación como correspondía.