Le Brique está cerrado. "Por lo de Fernando", se oye en una conversación
callejera. En la esquina, en las alturas, hay una garita policial que
antes no existía. Al mediodía, bajo la lluvia, sentadas en una mesa del
restaurant Cúrcuma --donde otrora funcionaba la heladería en la que
Fernando compró su último helado--, hay tres mujeres reunidas. Son
Sabrina Pereyra, de Justicia por Fernando-Villa Gesell; Ado Sosa, una
tía del adolescente; y Karina Nella, una mujer de Pergamino que empatizó
a fondo con el caso al punto tal de que se tatuó las iniciales de
Fernando en el brazo derecho, con alas y una aureola. Se juntan para
quitar del altar las ofrendas que había, con la intención de
acondicionarlo para el oficio interreligioso del martes, y dejarlo como
Graciela Sosa, mamá de Fernando, lo desea. Hay quienes observan con
preocupación que el santuario --creado luego de que una nena de diez
años dejara aquí una carta-- esté casi vacío. Ellas los tranquilizan. Es
que otras veces han desaparecido ofrendas; hay una puja con algunos
comerciantes de la cuadra que quieren proteger la "buena imagen" de la
ciudad. También con la Municipalidad.
Cuando Karina se tatuó su
familia le preguntó por qué lo hacía, si no conocía a la víctima. "Es mi
piel y son mis sentimientos", respondió. Ahora, con voz cálida, anuncia
a los turistas que Silvino Báez y Graciela, papás de Fernando, están en
Gesell y que el martes estarán en el acto. "Es muy importante que
acompañen", pide Karina, especialmente a los jóvenes. Es la primera vez
que ambos llegan al lugar del crimen. Ado, Karina y Sabrina coinciden en
algo: ellos necesitaban estar acá. Porque a su hijo lo mataron acá.
Fueron unas palabras de Julieta Rossi, la novia del chico, las que
terminaron de convencerlos. Ella les dijo: "Fernando no va a descansar
hasta que sus papás no lleguen a Gesell".
Pasadas las 17, Sabrina y
Ado vuelven a encontrarse alrededor del árbol para ponerlo a punto. Se
suman Silvana Perhauc, también de la agrupación local, y personas que
llegan desde Buenos Aires y pertenecen a grupos de Facebook que exigen
justicia por Fernando. Cubren el árbol con friselina negra y comienzan a
llenarlo de rosarios, estampitas, fotos que dejaron turistas y que
mandaron a imprimir familiares de Paraguay de Fernando. Pronto colgarán
una bandera. El movimiento que se genera ahora es aún mayor que en las
horas previas. Un abogado penalista no para de hacer preguntas en torno a
la investigación. Un mendocino recuerda que estaba en Gesell con su
hijo adolescente aquel día de enero de 2020. Le añade complejidad al
tema: "Me causan dolor también los pibes que lo hicieron. No
dimensionaron nunca el daño que hicieron ni cómo se arruinaron la vida.
Me llama a la reflexión". Los jóvenes no hablan mucho. Parecen atónitos,
perturbados. También se conversa alrededor del altar sobre el caso
reciente de Braian Cuitiño, asesinado a golpes a la salida de un bar en
Pilar.
El respaldo que se ve en la calle es unánime, pero no es tan
así en los comercios de la cuadra. No todos exhiben el cartel que pide
“Justicia por Fernando, asesinado en Gesell". “Todo lo que se tenía que
decir se dijo hace dos años”, sentencia la mujer que atiende el kiosco
en diagonal al episodio. Algo parecido plantea la joven que recibe a
quienes ingresan al hostel Hola Ola, donde se hospedó Fernando ese
verano, a unas cuadras del centro: “Divino el pibe, pero ya está, ya
pasó”. “Parece que fuera el único lugar del país donde pasa algo así”,
dice, molesta, Clara, mientras dobla shorts en el local Quiara. “La
responsabilidad es de los chicos y de un sistema que no funciona. Los
bailables tienen que tener un espacio de contención y llamar a la
Policía. Una especial que baje la agresividad y no que agreda”, opina.
Antonella tiene 25 años. Es empleada de un bazar. Cuando fue el
asesinato trabajaba en un hotel. Se acuerda de que muchas personas
cancelaron reservas. Tal vez eso explique las diferencias entre los
comerciantes. Pero ella está muy segura de que "no sirve" negar lo que
pasó.
Sabrina y Silvana, que pasaron noches enteras en las puertas de
Le Brique para pedir su clausura definitiva, y que todos los 18 se
convocan en el santuario, dicen que se sienten solas con el reclamo en
la ciudad. Y que recibieron amenazas. "Nos pasaron muchos casos y Gesell
sigue sordo y mudo. Ese 2020 fue terrible y hubo otros casos de chicos
que no sabemos si están vivos o muertos", afirma Sabrina.
El juicio
oral contra los ocho rugbiers que se encuentran detenidos acusados de
matar a Fernando se iniciará el 2 de enero de 2023. Días antes de viajar
a Gesell, Silvino decía a Página/12: "Creo que nos va a hacer bien.
Vamos a pasar un momento difícil, pero esperamos sacar fuerzas porque se
nos viene un año muy difícil, donde nos tenemos que preparar para
declarar por nuestro hijo: quién era, su vida y cómo acabó". Cuando este
18 de enero el reloj dé las 4.44 --hora en que atacaron a Fernando--
Silvino y Graciela tienen previsto encender una vela y rezar un rosario
en el altar.
El juicio
Fabián Améndola, uno de los abogados del
estudio de Burlando, que defiende a la familia, comenta a este diario
que, junto a otros de sus colegas, se acercará al acto. Consultado por
el hecho de que el juicio comience a tres años del crimen, explica: "Si
se compara con lo que es la media habitual en provincia y en el país, en
Capital pasa lo mismo, no estamos hablando de un tiempo prolongado de
instrucción antes del juicio. Inclusive habiendo sido afectada la
investigación en parte por la irrupción de la pandemia. No lo considero
un tiempo irrazonable". La fecha la dispuso el Tribunal Oral en lo
Criminal (TOC) 1 de Dolores, integrado por los jueces María Claudia
Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari. Declararán más de 130
testigos a lo largo de 22 jornadas.
Luciano Pertossi, Ciro Pertossi,
Lucas Pertossi, Ayrton Viollaz, Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías
Benicelli, y Blas Cinalli son los ocho rugbiers acusados de homicidio
doblemente agravado por su comisión por alevosía y por el concurso
premeditado de dos o más personas. Además, en el juicio se debatirán las
responsabilidades penales de todos ellos por las lesiones sufridas por
cinco amigos de Fernando que se encontraban con él cuando fue asesinado.
"Si se mantiene lo que se viene imputando hasta ahora, los ocho
enfrentarían pena de prisión perpetua. A partir de lo que se escuche
alguno puede recibir una calificación menor", dice Améndola.
En el
transcurso de la investigación fueron sobreseídos dos imputados acusados
de ser partícipes necesarios: Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi,
quienes serán convocados como testigos. Respecto a potenciales
responsabilidades de Le Brique, funcionarios o la Policía, el abogado
aclara: "El juicio oral ahora está circunscripto a la participación del
grupo de los detenidos y a esclarecer la circunstancia de la muerte. No
hay ninguna causa donde se investigue al personal ni a los dueños de Le
Brique. Eso no quita que durante la audiencia surjan elementos que
lleven a la necesidad de abrir una nueva investigación. Se verá durante
el transcurso".