“Si hay victoria en vencer al enemigo, la hay mayor cuando el hombre se vence a sí mismo.” Nuestro padre de la Patria pasó a la inmortalidad rodeado de sus seres queridos en Boulogne-Sur-Mer, Francia el 17 de agosto de 1850. Sin lugar a dudas, el General José Francisco de San Martín y Matorras es uno de los próceres latinoamericanos más reconocidos en el mundo. Sus restos fueron repatriados a Argentina en 1880 y descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires. En nuestro país se le reconoce como el Padre de la Patria. En Perú, se lo recuerda como su Libertador, con los títulos de Fundador de la Libertad del Perú, Fundador de la República y Generalísimo de las Armas. En Chile su ejército lo ha destacado con el grado de Capitán General. Pero más allá de su gesta libertadora, San Martín es una persona fundamental en la construcción de nuestra identidad nacional y del espíritu de libertad de nuestro pueblo.
A partir de su célebre figura y heroico proceder, se construye esa gran
narración que nos explica como país. Por eso, rememorar su vida a partir
de un nuevo aniversario de su muerte es recordar ese relato que
escuchamos en los actos escolares de nuestra infancia, esa gran
narración que nos conformó como comunidad y que debemos pensar y
reconsiderar en nuestro camino hacia una patria justa, libre y soberana.
«Desearía
que mi corazón fuese depositado en Buenos Aires«, fue uno de los
últimos pedidos del General San Martín antes de su fallecimiento.San
Martín retorna al Río de la Plata para formar el Ejército de los Andes y
culminar el proceso liberador de España. Una campaña militar épica, el
encuentro con Bolívar, el destrato de Buenos Aires. Su rol en la
Declaración de la Independencia, la comunión con Belgrano, la
gobernación progresista de Cuyo.