Hay que retroceder 15 años para encontrar alguna similitud de lo que
está por vivir casi el 70% del padrón futbolístico nacional.
Con
también 10 días de diferencia, tres súper clásicos fueron disputados a
esta altura del año, pero en 2000. Del 14 al 24 de mayo River y Boca
jugaron un encuentro por el Clausura y dos partidos por los cuartos de
final de laCopa Libertadores.
Aquel River dirigido por Américo
Rubén Gallego era una máquina realmente imparable. Había ganado el
Apertura 99 con Ramón Díaz como DT, devolviéndole al equipo un título
luego del retiro de Enzo Francescoli. Ramón pudo demostrar que no
necesitaba del crack uruguayo para dar una vuelta y le pasó la posta al
“Tolo”, que tenía 45 años y un título en su haber como técnico.
Gallego
mantenía el invicto del torneo anterior y avanzaba con River en la
Copa. Tenía figuras de la talla de Pablo Aimar, Javier Saviola y el
colombiano Juan Pablo Ángel para definir, con una base defensiva sólida
capitaneada por Mario Yepes. Con todo ese arsenal, River llegaba a la
fecha 11 liderando el torneo, tres puntos arriba de su eterno rival, al
que debía enfrentar en la Bombonera.
Era fresca la noticia del
enfrentamiento por la Copa, apenas 5 días antes del clásico por el
Clausura, River pasaba a Cuartos dejando afuera a Cerro Porteño de
Paraguay, mientras que Boca hacía lo propio con El Nacional de Quito, al
día siguiente.
Todos los condimentos que había para el torneo
local se potenciaban con la definición por la Copa. En la Bombonera, el
14 de mayo, igualaron 1 a 1 y River se encaminó hacia un nuevo título
local, refrendando su supremacía momentánea en el encuentro de ida por
la Libertadores, donde se impuso por 2 a 1 con goles de Saviola y Ángel,
Riquelme había marcado el empate transitorio para los de la ribera.
En
la previa a la revancha se suscitó el paso de comedia que acompaña
desde aquel entonces al pobre Tolo. Carlos Bianchi anunció que Martín
Palermo, a quien se suponía le faltaban un par de meses para recuperarse
de la famosa operación de ligamentos cruzados, sería de la partida. Tal
vez creyéndolo una broma del técnico xeneize, en un momento donde River
llegaba con aire triunfalista, Gallego subió la apuesta de la “broma” y
advirtió: “si ellos lo ponen a Palermo, no hay problema, yo lo llamo a
Enzo (Francescoli)”.
El final de la historia es parte de la
“película de Palermo”. El magnánimo delantero entró apenas para jugar
los últimos 13 minutos. Y por supuesto, sobre la hora, puso el 3 a 0
definitivo para sellar el resultado con una goleada, pasar a semifinales
y eliminar al archirrival. Boca terminaría festejando un nuevo título
internacional y Gallego con una lección: “aprendí a no hablar antes de
los partidos”, dijo unos años más tarde ante los micrófonos.
Los dos llegaron primeros
Más
lejos aún en el tiempo, hace casi medio siglo, ambos equipos llegaron
al súper clásico en igualdad de condiciones, compartiendo la punta a tan
sólo 2 fechas del cierre del torneo. Ambos sumaban 45 puntos, sacándole
una ventaja de 8 puntos al tercero, Vélez Sarsfield. No había otro
equipo que tuviera chance de obtener el título, todo quedaba entre los
clásicos rivales.
En la Bombonera no cabía un alfiler, se jugaban
todo en la penúltima fecha del Campeonato de 1965, sabiendo que si
ganaban, se quedaban con el bicampeonato; River, por su parte,
arrastraba una racha de 8 años sin conseguir un título en la Primera
División.
Luis Artime abrió el marcador para “El Millo”, que
dominó los primeros 45 minutos. Pero al comenzar la segunda mitad Boca
consiguió la igualdad con un memorable golazo de Oscar Pianetti, para
darlo vuelta a tres del final con un tanto de Norberto Menéndez.
Luego
de empatar con San Lorenzo y esperanzar a River, en la última fecha el
conjunto de la ribera dirigido por el mítico Néstor “Pipo” Rossi (otrora
ídolo riverplatense), le ganó a Atlanta 3 a 1 y se consagró campeón con
50 puntos; su rival eterno terminó con una unidad menos.
En la
historia reciente, además del ya recordado del 2000, hubo otros cruces
de Copa, como aquel en zona de grupos del 91 que fue 2 a 0 para Boca con
dos de Batistuta en el Monumental y 4 a 3 en La Boca, también azul y
oro, con el gol de Marchesini sobre el final, o el último cruce en la
semifinal del 2004, el día del bailecito de Tevez que le costó la
expulsión, y los penales en el Monumental que sellaron el pase del
equipo de Bianchi a una definición copera que perdería contra Once
Caldas en Manizales.
Lo más cercano, aunque no en Libertadores
pero sí en definición mano a mano es la Sudamericana del año pasado en
la que River pudo revertir la supremacía internacional de su rival y
pasar tras empatar 0 a o de visitante y cerrar la llave con el triunfo 1
a 0 de local con el gol de Piscullici.
Mañana se ven las caras
por el torneo de 30, con los dos punteros, aunque para nadie es novedad
que la tensión está puesta en lo que pase los jueves 7 y 14.
Como
siempre, la pasión futbolera argentina entra en zona de máxima
intensidad cuando gallinas y bosteros se ven las caras. Esta vez, por
triplicado, y con la eliminación copera en juego.
A sufrir y a disfrutar, amigos de la patria futbolera.