La lealtad es un valor que tenemos que resignificar permanentemente en
la política. No se trata de hacer obediencia ciega. Dardo Cabo,
militante peronista, le escribió al General Perón que “quienes desde la
lealtad se atreven a pensar y disentir, se diferencian en mucho de
aquellos que ocultan con la obsecuencia, la traición”. Nadie es dueño de
la verdad absoluta, sino que todos tenemos y defendemos verdades
relativas. El debate abierto a las ideas donde, sin miedo y con
sinceridad, podamos decir las cosas, es el camino más constructivo para
un proyecto político amplio, diverso, dinámico y participativo.
El
espíritu frentista y movimientista del peronismo es parte de nuestra
identidad y es una fortaleza. Los desencuentros y las divisiones le
hacen el juego a los que nos quieren perdedores. Cuando nos unimos,
ganamos, y gana el pueblo. Sabemos construir unidad en la diversidad, y
ahí tenemos nuestro potencial.
El gran Ginés González García suele
decir “lo mejor que tiene el peronismo: somos nosotros mismos”. Es decir
la materia gris, pensante y creativa de nuestras mujeres y varones. Es
ahí donde la participación activa es fundamental para diseñar políticas
públicas, propuestas, programas e ideas para una Argentina con futuro
que esté integrada con inteligencia al mundo. Una Argentina inclusiva,
justa, que priorice la producción, el trabajo y en la que amor e
igualdad sean una realidad.
El futuro no es azar, se modela, se
debate, se planifica y se construye. Aquel 17 de octubre varones y
mujeres irrumpieron en el espacio público pidiendo por la libertad de
Perón y por un futuro mejor. Hace dos años Esteban Bullrich, senador de
Cambiemos, sugirió que hay que crear argentinos y argentinas capaces de
vivir en la incertidumbre y disfrutarla. Esa definición expresa lo que
ellos piensan para la ciudadanía. En el peronismo pensamos lo opuesto.
Tenemos la seguridad de que un futuro con certidumbre y derechos es
posible, que tener trabajo no es un privilegio y que poder llenar la
heladera no es por suerte. Para nosotros la felicidad del pueblo se
construye con un Estado activo y mediador entre los más poderosos y los
que menos tienen.
Los argentinos y argentinas retrocedimos en estos
últimos cuatro años. Desde que gobierna Mauricio Macri, crecieron la
pobreza y la indigencia, se estima que el 48,6 por ciento de las niñas y
niños menores de 15 años son pobres, bajó la clase media, se perdieron
numerosas fuentes de trabajo, cerraron en promedio 50 PYMES por día. Más
del 50 por ciento de la capacidad instalada está ociosa. La inflación
llega a cifras escandalosas, la deuda pública ronda casi al cien por
ciento del producto bruto interno, mientras que la fuga de capitales no
cesa. Lo más penoso es que el hambre vuelve a ser una pesadilla para
cada vez más personas, que afecta tanto a menores como a adultos
mayores. El gobierno de Macri no cumplió con las promesas de campaña, y
así como devaluaron fuertemente la moneda en un 519 por ciento también
devaluaron la palabra, dañando a la política.
Estamos en condiciones
de dar vuelta esta triste página y de comenzar a construir un destino
distinto que ponga de pie a la Argentina. Con otras prioridades y
valores, con esperanza con eje en propuestas que generen condiciones
para que haya más trabajo y consumo. Que se estimule la producción, la
educación, la ciencia y tecnología y que se amplíen los derechos. Ser
parte de una Argentina con futuro e inclusión es lo que proponen Alberto
Fernández y Cristina Fernández desde el Frente de Todos.
Pepe
Mujica, ex presidente de Uruguay, dice que ser militante significa
dedicar una parte importante de nuestra vida a la suerte de los demás,
bajo la utopía de que se puede construir un mundo un poco mejor del que
nos tocó al nacer. Somos tan militantes como los compañeros que hace 74
años metieron sus patas en las fuentes mientras luchaban por un presente
y un futuro digno. Hagámoslo por ellos y por nosotros; por los sueños
de todos.
Para que este domingo 27 de octubre nos encuentre unidos en
la convicción de que votar por un país mejor es elegir a Alberto
Fernández como el próximo presidente.
Los octubres fueron, son y serán peronistas.